

La actividad agropecuaria es responsable del 84% de la deforestación de la Amazonía. En el 2000, el total del área agropecuaria en la región era de 794.429 km²; veinte años después, esta área aumentó un 81,5% con 647.411 km (RAISG, 2020) de nuevas zonas transformadas.

Brasil es el noveno productor de palma del mundo. Más del 90% de los cultivos están localizados en los nueve estados de la Amazonía brasilera. Y es el principal exportador de soya con ventas de más de 42 billones de dólares en 2018.
Desarrollo
La frontera agrícola es “el límite del suelo rural que separa las áreas donde las actividades agropecuarias están permitidas, de las áreas protegidas, las de especial importancia ecológica, y las demás áreas en las que las actividades agropecuarias están excluidas por mandato de la ley o el reglamento” (Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural [(MADR]); Unidad de Planificación Rural Agropecuaria [UPRA], 2017) Cuando estas áreas protegidas y de importancia ecológica se transforman en áreas de uso agropecuario se hace a través de la deforestación de ecosistemas forestales y el reemplazo de ecosistemas naturales no forestales (Red Amazónica de Información Socioambiental Georeferenciada [RAISG], 2020). Algunos ejemplos de estas actividades en la Amazonía son los cultivos de palma de aceite, soya, cacao, maíz, banano, los pastos para ganado, los cultivos de árboles forestales, así como la ganadería.
La actividad agropecuaria es responsable del 84% de la deforestación de la Amazonía. En el 2000, el total del área agropecuaria en la región era de 794 mil 429 km (RAISG, 2020); veinte años después, esta área aumentó un 81,5% con 647 mil 411 km² nuevos transformados. Cada país tiene sus propias dinámicas históricas con diferentes cultivos y actividades que predominan según los ecosistemas, aunque al ser parte de un mismo bioma, los países de la Amazonía noroccidental comparten semejanzas.
En Colombia y Perú se cuenta con evidencia de distintos cultivos de pequeña escala que han ido en aumento en conjunto con la actividad ganadera. En el caso colombiano, existen más de 43 millones de hectáreas de frontera agrícola equivalente a cerca del 38% del territorio continental (Unidad de Planificación Rural Agropecuaria [UPRA], s.f.).
Al interior de la frontera agrícola se encuentra diversidad de cultivos como chontaduro, plátano, aguacate, palma aceitera, caucho, entre otros, y también por ganadería (Fundación Conservación y Desarrollo, [FCDS], 2023). En el caso peruano se ha registrado la presencia de cultivos como el maíz, la papaya, el arroz y los pastos, a su vez se presenta un incremento en cultivos como el maíz amarillo duro, la palma aceitera y el cacao (Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego [MIDAGRI], 2022a; MIDAGRI, 2023b). Precisamente, estos últimos han presentado crecimientos importantes que van del 15,3% en 2023 y el 10% respectivamente (MIDAGRI, 2022; Dirección General de Políticas Agrarias [DGPA], 2023).
En el caso de Venezuela, entre 2017 y 2020, se presentó un aumento en los focos de deforestación a causa de la expansión agrícola de cultivos de pequeña escala, vinculada a la actividad ganadera y minera. Se estima que la pérdida de bosque en los 4 años señalados es de más de 63 mil 400 hectáreas (Monitoring of the Andean Amazon Project [MAAP], 2022). Además, entre el 2000 y el 2020, la superficie de bosque en una zona conocida como el Arco Minero del Orinoco se redujo en 520.900 hectáreas (SOS Orinoco, 2021). Por otra parte, Ecuador es el sexto mayor productor de palma aceitera del mundo. En 2022 se registraron 257.120 hectáreas sembradas y en 2019 se exportaron 127 millones de dólares en este cultivo, lo que lo posicionó como el segundo exportador de Sudamérica después de Colombia (Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación [PODER], 2022). También cuenta con otros cultivos como el cacao y de orden forestal como la balsa (Borja et al., 2020).
Entre tanto, la soya y la ganadería vienen en expansión en economías como las de Brasil y Bolivia. En 2022 Brasil fue el principal exportador de carne de res del mundo con cerca de 24 millones de dólares en ventas, seguido por Estados Unidos y Países Bajos (Orús, Abigail, 2023). Además, fue el principal exportador de soja y llegó a recibir más de 42 billones de dólares en 2018 (Couto et al., 2020; (Global Product Prices, 2023). En el caso de Bolivia, de acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural (2023) en 2022, la producción de soja llegó a más de 3´500.000 toneladas con un área de cerca de 1´500.000 hectáreas destinadas a este cultivo. Frente a la cría de bovinos en 2023 se estimaba el aumento de 70 mil cabezas de ganado lechero el principal destino de exportación de carne y sus derivados es China con 118 mil millones exportados en ese mismo año (Sistema Integrado de Información Productiva [SIIP], 2023).
Fuente
Fuente: FCDS.
Frontera agropecuaria en la Amazonía noroccidental
Convenciones
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Bioma amázónico
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Área Natural Protegida Nacional
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Área Natural Protegida Regional
Tipología de producción
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Cultivos agrícolas
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Palma de aceite
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Cultivos de soya
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Ganadería
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La expansión de la agricultura y la frontera agropecuaria es posible verla a nivel geográfico por medio de los cambios en la cobertura vegetal y en el uso del suelo a través de los años. En 2021, el 83% de la Amazonía estaba cubierta por vegetación natural dentro de los cuales el 74% correspondía a bosques y el 15% estaba destinado a uso antrópico (modificado por actividad humana). Entre 1985 y 2021 la pérdida de vegetación natural en todo el bioma amazónico fue de 75 millones de hectáreas, lo que equivale a una expansión del 152% en 37 años. De esta vegetación natural, el 96% corresponde a pérdida de bosques naturales y el 4% a pérdida de formaciones naturales no forestales, correspondiente a la pérdida de 3 millones de hectáreas en 37 años según los registros desde 1985 (Mapeo Anual de Cobertura y Uso del Suelo de la Amazonía [Mapbiomas], 2022; RAISG, 2022).
Desde 1985, contrario a la pérdida de vegetación natural, las áreas de agricultura y silvicultura crecieron en 91,8 millones de hectáreas, pasando de 43.420.415 hectáreas a 135.319.440 hectáreas. El 71% de este crecimiento en este periodo corresponde a la expansión de pasturas, el 17% a actividades de agricultura y el 11% a otros usos relacionados a estas actividades. Por otra parte, el área sin vegetación pasó de 3.677.588 hectáreas en 1985 a 5.025.730 ha en 2023, aumentando más de un millón trescientos mil hectáreas (Figura 2). Las principales actividades generadoras de este cambio en este periodo fueron el desarrollo de infraestructura urbana con un 22% y de la actividad minera con un 21% (Mapbiomas, 2024a).
Cultivos de soya
La soya es uno de los cultivos agroindustriales a gran escala que se ha relacionado con la deforestación en varios países de la Amazonía junto a otros como el maíz, el arroz, el sorgo, el trigo y el algodón. Al ser anuales, son los sistemas de producción más importantes de la panamazonía en términos de PIB. A pesar de que la agroindustria de la soya es una economía más arriesgada que la ganadería porque requiere altas inversiones de dinero para sembrar y cosechar, y además, depende del clima y la fluctuación del mercado, en un buen año, las ganancias pueden duplicar la inversión (Killeen, 2023).
A comienzos de la década del 2000 la soya estaba tan expandida en la Amazonía que organizaciones ambientales como Greenpeace presionaron a multinacionales como Cargill y al gobierno brasilero para que se tomaran acciones. Esto llevó a la firma de la Moratoria de la Soya en 2006 que implicó el compromiso por parte del sector industrial, de no comprar durante diez años la leguminosa proveniente de tierras deforestadas. La moratoria se fue renovando cada año hasta que en el 2016 se firmó una renovación indefinida hasta que fuera necesario.
Aparentemente, la acción fue exitosa y llegó a reducir casi por completo la deforestación en la zona con más soya de Brasil, llamada Mato Grosso. Antes de la firma, un 30% de la expansión de la leguminosa en la Amazonía se relacionaba con deforestación y luego de 2006 pasó a un 1% de deforestación. Hay estudios y voces críticas que señalan que la moratoria no fue la única causa de la reducción de la deforestación, sin embargo, luego de casi 20 años de la firma, la soya sigue en aumento y su relación con la deforestación se ha matizado aunque no desaparecido (Torres, 2017).
Dentro de los impactos ambientales de esta legumbre, vinculados a la deforestación, se encuentran: el incremento de los incendios, erosión del suelo y la contaminación del agua. Esto también se vincula con riesgos e impactos en las comunidades rurales relacionados con violencia, hostigamientos, desplazamientos forzados y despojo y acaparamiento de tierras (Couto et al., 2020) Además, es una industria que resulta muy riesgosa para pequeños agricultores por los costos que implica y al ser un monocultivo a gran escala, pone en riesgo la seguridad alimentaria de sus cultivadores (Milhorance, 2023).
Al indagar en las cifras de soja en la Amazonía, los dos países que resaltan son Brasil y Bolivia. En la actualidad, existen 21 municipios amazónicos brasileños con aumento de este monocultivo. En 2014, el 30% de la expansión de este cultivo fue sobre áreas deforestadas del bioma (MAAP, 2022) y el estado de Mato Grosso es el mayor productor de la leguminosa en Brasil con un 27%. Su producción total aumentó un 50% entre 2010 y 2019 (Killeen, 2023) alcanzando en 2024 una cifra récord de producción de 154 millones de toneladas (USDA, 2024). En las últimas décadas, su aumento también se relaciona con incentivos estatales que apoyan la agricultura extensiva y el aumento de exportaciones hacia países como China (Milhorance, 2023).
En el caso de Bolivia, la deforestación relacionada con la producción de soya es siete veces mayor que en Brasil (Croft et al., 2023). Según RAISG (2022) entre 2001 y 2021, se deforestaron masivamente 3,1 millones de hectáreas en el bioma amazónico, de las cuales el 11% ocurrió en 5 años (2017-2021). De acuerdo con MAAP (2022), la producción de soya en 2021 llegó a 3.538.496 toneladas y en estos 20 años, el cultivo ha cubierto 2,1 millones de hectáreas de la Amazonía boliviana. En este país, la expansión de este cultivo se conecta con la presencia de colonias menonitas que, según investigaciones, están relacionadas con un tercio (33%) de la deforestación boliviana en los últimos 5 años y con el 23% de la deforestación de los últimos 20 años.
agosto 2001
febrero 2024


Expansión de cultivos de soya en Bolivia (2001 – 2021).
Fuente: Elaboración propia (FCDS) con imágenes satelitales Landsat 8.
Frente a los flujos de mercado de la leguminosa, existen dos polos a nivel geográfico que son América (Brasil y Estados Unidos), en donde se produce y se exporta y Asia, especialmente China, desde donde se importó cerca del 80% de la producción mundial en 2017 (Couto et al., 2020). Brasil es el principal exportador en el mundo y según cifras oficiales, alrededor del 60% de la soya se vende a mercados externos y el 40% que queda en el país no se utiliza para consumo humano sino para alimentación animal y biodiesel (Milhorance, 2023). Por su parte, Bolivia es el décimo productor y exportador del grano en el mundo (Croft et al., 2023. Solo en 2021 le vendió a Colombia el cultivo por 716 millones de dólares y comercializó 2,5 millones de toneladas entre Colombia y Perú. Los principales productos fueron harina de soya (325 millones), aceite de soya (267 millones), y azúcar en bruto (38,5 millones).
Fuente
Fuente: Elaboración propia con datos RAISG (2023).
Palma de aceite
La palma de aceite es otro de los cultivos a gran escala vinculados con la deforestación de bosques tropicales y pérdida de biodiversidad de la Amazonía. También se ha relacionado con la contaminación de suelos y ríos, el acaparamiento de tierras y agua, la explotación de trabajadores y amenazas a la soberanía alimentaria de las comunidades rurales (PODER, 2022a). En 2023 hubo una producción de cerca de 81 mil toneladas métricas de este aceite en el mundo, lo que representó un aumento de 2,3% respecto a 2022 (Fedepalma, 2023).En la Amazonía, los principales productores son Colombia, Brasil y Ecuador (PODER, 2022b).
Brasil
De acuerdo con el Observatorio de Complejidad Económica (2024), Brasil es el país número 26 en producción de palma en el ámbito mundial. Más del 90% de estos cultivos están localizados en los nueve estados de la Amazonía brasilera (Frederico & George, 2015; Prestes, 2022a).
Este cultivo tiene enfrentadas a las comunidades afrobrasileñas quilombolas, en el estado de Pará con la empresa Agropalma. Entre 1987 y 1990 denunciaron la invasión y expropiación de sus territorios por cuenta de esta industria que se caracteriza por ser la única de Brasil con el certificado de sostenibilidad de la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma (RSPO). Desde 2018, la comunidad inició un proceso legal contra la empresa que todavía continúa (Mendes, 2023).
Por otra parte, el grupo empresarial Brasil Biofuels (BBF) anunció que para 2025 esperan iniciar operaciones de una planta de biorrefinería de “diésel verde” en Manaos, capital del estado de Amazonas. El proyecto está todavía en estudio y no cuenta con licencia ambiental pero ya se tiene prevista una inversión de más 360 millones de dólares y una producción de 500 millones de litros por año (Bnamericas, 2022). A pesar de que se ha dicho que el biocombustible genera menos impactos ambientales que el de hidrocarburos, para alcanzar el objetivo esperado en la nueva biorefinería, se tiene proyectado plantar 120 mil hectáreas de palma de aceite, lo que aumentaría a un 60% la superficie de este cultivo en Brasil (Prestes, 2022b).
Ecuador
En la Amazonía ecuatoriana, los cultivos de palma de aceite abarcaban 194.419 hectáreas en 2023 (INEC, 2024), cifra que se ha reducido en los últimos años en comparación, por ejemplo, con el año 2017 cuando se reportaron 260,292 ha (Corporación Financiera Nacional, 2022). Esta disminución se atribuye a factores como plagas, bajos rendimientos, el impacto del COVID-19 y el conflicto entre Ucrania y Rusia. Sin embargo, se proyecta una recuperación gracias al modelo de agricultura por contrato, que asegura apoyo técnico y financiero a los agricultores mediante la provisión de semillas, asesoramiento técnico y la compra garantizada de la producción por parte de las empresas aceiteras (Alvarado, 2023b).
Por otra parte, el cultivo de balsa ha ganado importancia en la región. Esta especie nativa, utilizada en la fabricación de aspas para turbinas eólicas, representa una nueva amenaza para los bosques al dificultar su regeneración natural tras la deforestación. Su explotación ha crecido rápidamente, pasando de 2.000 m³ en 2018 a más de 70.000 m³ en 2023. Su popularidad radica en su bajo costo, su rápida dispersión por el viento, la facilidad con que germina y su veloz crecimiento. Estas características, junto con el respaldo del modelo de agricultura por contrato, la han convertido en una alternativa menos exigente que la palma (Alvarado, 2023b).

Una gran cantidad de agua es necesaria para cultivar la palma de aceite. En la Amazonía colombiana, la introducción del cultivo en cercanías de bosques de galería y riparios que le brindan acceso a este líquido ha acelerado la pérdida de servicios ecosistémicos y la disminución de la biodiversidad en estos ecosistemas frágiles.
Fuente: FCDS
Colombia
Es el cuarto productor de palma de aceite en el mundo, con el 2,3% de producción, equivalente a cerca de 1.800.000 toneladas por año (Sierra Praeli, 2023). Entre 1997 y 2022, este cultivo en el país aumentó de 134.647 ha a 580.000 ha. La región Oriental mostró el mayor crecimiento, pasando de 163.447 ha en 2011 a 278.512 ha en 2021 (FCDS y IUCN, 2023). Un caso que llama la atención es el sur del Meta, la expansión fue significativa con un aumento de 7.460 ha a 36.038 ha durante ese periodo, registrando una variación anual del 17% (Vásquez, 2023). A este respecto, el estudio Descubriendo la cadena de suministro: el aceite de palma de Colombia a la Unión Europea (Sierra Praeli, 2023) señala que entre 2021 y 2022, fueron quemadas más de 23 mil hectáreas de bosque en zonas cercanas a empresas como Poligrow Colombia, Agropecuaria Santamaria, Agropecuaria La Rivera Gaitán (en el sur del Meta), Riopaila Castilla (Vichada), Daabon Group (Santa Marta) y Oleoflores ( Norte de Santander, Bolívar y Cesar).
Varias de estas empresas se encuentran ubicadas en zonas como la Orinoquía, la región del país con el mayor cambio de coberturas naturales a causa de la palma de aceite, especialmente en San Carlos de Guaroa, un municipio en el Meta con la mayor superficie sembrada de este cultivo (Tras las huellas de la palma, 2022) así como el Catatumbo, en zona fronteriza con el estado de Zulia en Venezuela.
Para concluir, los cultivos agroindustriales de palma y soya son fundamentales en el mercado global de commodities, ya que de ellos dependen productos clave como el biodiesel, agroinsumos y lubricantes, entre otros, que juegan un papel crucial en las dinámicas comerciales entre países desarrollados y en vías de desarrollo. Estos insumos han sido la base para la formulación de ambiciosos programas de seguridad alimentaria y para la reducción de las emisiones de dióxido de carbono derivadas del uso de combustibles fósiles. Sin embargo, la creciente demanda de tierras para la introducción de estos cultivos ha generado una presión sobre diversos territorios de la Amazonía noroccidental, lo que ha dado lugar a conflictos socioambientales como el aumento de la deforestación, el incremento de quemas y la alteración de cuerpos hídricos.